16 de enero de 2011

Leí el otro día un artículo en el Tiramilla (diario en red de literatura juvenil al que podéis acceder en la imagen de más abajo) un artículo sobre la novela romántica y las buenas migas que hace este género con el formato electrónico (E-books).



El artículo daba dos razones para explicar el asombroso crecimiento de ventas que tienen en formato digital los libros románticos (dentro de unos años, anuncia el artículo, la mayoría de los libros románticos se publicarán en formato digital y solo algunos volúmenes que hayan tenido mucho éxito se publicarán en papel).

¿Cuáles son estas dos razones?

Una de ellas es que las pastelosas portadas de los libros románticos hacen que la mayoría de las personas solo los puedan leer en casa. Ir en el autobús y que te vean leyendo un libro que tiene a una pareja medio desnuda en la portada... bueeeeno, como que no queda muy bien. Los libros electrónicos eliminan el factor portada/título comprometedor.

¿Cuál era el otro motivo? Pongo textualmente lo que a mi me dejó patidifusa.

Según cálculos de editores y profesionales del medio, otro factor importante que puede estar provocando este éxito sería sin duda el económico. De acuerdo con las encuestas, el sesenta por ciento de la población española adquiere una media de nueve títulos anuales, mientras que los consumidores de novela romántica se hacen con unos seis títulos al mes.
SEIS al mes. Madre mía. ¿Seguro que los cálculos están bien hechos? Probablemente si. Recuerdo desafíos cibernéticos de lectura que animaban a la gente a llegar a cien libros al año...

Y obviamente, seguía el artículo, comprando tantos libros al cabo del año, les es más rentable comprar en formato digital tanto por espacio como por dinero (aunque algunos e-books siguen con precio parecido al del formato en papel).

Para los que queráis leerlos el artículo completo, aquí está: la novela digital y el libro digital hacen buenas migas, de T.C. Ferri.

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